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| Fuente de la imagen: mvc archivo propio |
Lo que eleva el plato a una categoría superior es el sutil pero persistente perfume del Jerez. El vino desglasa y aporta profundidad aromática a la salsa y encuentra en las almendras el contrapunto textural perfecto. Cada bocado ofrece el crujiente del fruto seco y la acidez elegante del marco jerezano, logrando una armonía que invita a la pausa. Es, en definitiva, una cocina de herencia interpretada con la finura de quien entiende que, cuando el producto es excepcional, el papel del chef es dejarlo brillar con elegancia y sentido. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
