Le comentaba a una familia viticultora de la comarca de la Axarquía, cómo en la Serranía de Ronda pacientemente elaboraban mis ancestros uvas pasas en anís seco o aguardiente, seleccionando en cosecha[1] hermosos racimos de uva[2], que situaban en un limpio plano horizontal para que se secaran al sol, vigilando y girando los ramilletes de manera que todas las zonas del alimento recibieran el calor del astro rey, mientras avanzaba el proceso de deshidratación.
Un poco antes de que se conviertan en uva seca, es decir, que todavía dispongan de cierto enjugo, se incorporan una a una en un tarro de cristal o botella con boca grande, arropándolas “hasta la bandera” de aguardiente, dejando el recipiente cerrado entre tres y cuatro meses, para que la uva atrape el sabor del líquido elemento en el proceso de maceración. Parte de este texto se ha editado en el sitio de Manuel, bajo el título “Jugosos recuerdos de uvas pasas en aguardiente”.
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[1] Con mucho tacto.
[2] En la provincia de Málaga, generalmente de la variedad moscatel.