Anoche preparé champiñones con jamón. Es fácil cocinarlos, al menos para mí. Compré dos bandejas en un supermercado de Eroski, a un euro cada una, y unos gramos generosos de puntas de jamón, a 11,95 euros el kilo, si bien estaba rotulado a 8,95 euros (picaresca o error). Corté las setas en láminas, pero no las mezclé con limón, ya que, aunque este truco permite que el hongo no se oscurezca, el aroma a limón que queda, puede atenuar o, incluso, anular el sabor de la hortaliza. El jamón intenté cortarlo en tiritas finas. Me gusta echarle un pelín de ajo, no mucho, para que no se confunda el plato con champiñones al ajillo. Durante uno o dos minutos, rehogo el jamón en la cazuela, añado las rodajas, lo revuelvo todo y lo dejo a fuego lento hasta que se consuma el líquido que sueltan. Con un Cune tinto reserva de 2005, regalado hace unas semanas por un familiar (Gracias), estaban de rechupete. Como preparé más de la cuenta, guardé lo que sobró para recalentarlo el domingo y utilizarlo como acompañamiento. En el último sorbo, escruté en la memoria si había felicitado a todos los “josés y josefas” de la lista de contactos. Había uno que no, Pepe (ver post “Quién sabe dónde”). Felicidades, amigo (gif de imagenesanimadas.net).