Patatas y arroz

Llovía a cántaros, así que los adultos nos metimos en el salón, al abrigo de la chimenea, mientras los peques correteaban por el resto de las habitaciones. Escuchaba la animada tertulia desde la cocina, intentando pensar qué podía improvisar para el almuerzo. Viene Pepe a reponer cerveza Alhambra y me dice: “Manuel, como estamos en crisis, me apetece un arroz con papas, de modo que ponte las pilas, que es barato y está buenísimo”. Me recordó la canción de la infancia “Un, dos, papa y arroz”. Ni corto ni perezoso, cojo la carne de cerdo, prevista para la comida de la semana (así que, familia, a estas horas del alba, mientras escribo el post, se está guisando un cocido viudo, a base de garbanzos, berza y una solitaria costilla salada), y la inventario con cebollas, tomates, ajos, perejil, laurel, nuez moscada, clavo, patatas, arroz, aceite y sal. Me puse a elaborar la receta.

Usé la olla exprés porque el momento azuzaba. Eché el aceite de oliva virgen extra en la marmita de acero inoxidable, rehogando los trozos finos de carne y añadiendo los fragmentos menudos de cebolla y tomate, a modo de sofrito. A continuación, añadí agua, un poco más de media olla, en proporción a la cocción y al arroz. ¿Y el ajo y el perejil? Pues se machaca y se agrega, junto con la hoja de laurel, la nuez moscada y la sal. Cuando el puchero empieza a silbar, se deja cocer a fuego lento durante veinte minutos, aproximadamente (dependiendo de la intensidad del fuego, claro). En la espera, se pelan y cortan las patatas en pequeños cuadrados, para añadirlo, junto con el arroz, pasada la primera cocción, dejando hervir, de nuevo y desde el pitido, nuevamente, unos doce minutos. Creo que la propuesta de Pepe resultó. Lo acompañamos con Alea, crianza 2005, Marqués de Griñon.